"No sólo soy uno de los pobres invisibles, sino que también tengo una discapacidad invisible. Mi casa la adquirí antes de que todo esto me afectara. Así que alguien que viniera a mi casa nunca pensaría que estoy en la situación en la que estoy".
Elayne Masters se trasladó a Hampton Twp y comenzó su negocio de escritura y edición en 1999.
"Me encantaba absolutamente lo que hacía. Me iba bien. Así que vine aquí, compré esta casa y en uno o dos años mi industria se hundió. Las tasas de pago bajaron. El tiempo de entrega era más ajustado. Se hizo muy difícil de manejar y yo era una madre soltera en el momento. Así que luchaba por llegar a fin de mes", dijo Masters.
Mientras luchaba por mantener su negocio a flote, a la madre de Elayne le diagnosticaron una enfermedad terminal y se mudó con ella. Mientras cuidaba de su madre, ocurrió lo impensable cuando Elayne tropezó y se cayó por las escaleras del sótano. La caída le causó una lesión cerebral traumática.
"Tienes esa caída, ese accidente, ese derrame cerebral, lo que sea, y en un instante se acaba tu vida tal y como la conocías. Es algo económico. He perdido mi negocio. Nunca podré volver a trabajar, y eso que me encanta trabajar", dijo Masters.
Mientras se informaba sobre la ayuda para la calefacción, Elayne conoció la despensa de alimentos de North Hills Community Outreach. Al recibir alimentos de la despensa, Elayne pudo disponer de dinero para pagar otras facturas.
"Esto está montado como una tienda de comestibles y me acompañaron, tenía mi propio carrito y fue tan humanizante. No me sentí pobre", dijo Masters.
Hoy en día, Elayne dice que, como su casa estaba pagada antes de su caída, es ahora uno de los únicos activos que le quedan.
Dice que no sabe qué haría sin el Banco de Alimentos y los socios que le proporcionan ayuda alimentaria.
"Es algo más que comida. Es salud, es familia, es conexión. Vengo de un entorno griego y para nosotros la comida es amor", dice Masters.